domingo, 26 de abril de 2009

Cuento de la semana: Arcangel, la hija.


El cigarrillo cae, sus manos vuelan a su espalda y aferran las culatas de las armas.
Todo parece congelarse, es un momento solo un momento... una eternidad.

Parecía como si hubiera una vida de distancia desde que comenzó el juego, cuando fingiendo cándida timidez él entro a clases con un propósito muy diferente del de sacar un titulo. Y es que su vida hacia rato estaba encausada, quizás no del modo más ortodoxo, pero si del modo que él había escogido. El modo más peligroso, el modo más emocionante.
Con su placa y su arma cuidadosamente escondidas, había vuelto a un mundo que creía haber dejado años atrás, pero la universidad le había recibido con los brazos abiertos, más de lo que hubiera esperado y no solamente el campus, una universidad ajena, un país ajeno y aun así había sido como estar en casa mas de lo que cualquier esporádica morada a lo largo de los años lo había sido.
Ella lo había cambiado todo, por un tiempo se olvido de su misión, de su trabajo, de su vida, incluso de Meredith quien aun con todo su éxito personal esperaba pacientemente a que él un simple policía glorificado se decidiera a dejar la vida que llevaba y se uniera fuera de peligro con la mujer que alguna vez había tenido que proteger. Lo había olvidado todo por ella, por sus cabellos oscuros, por sus ojos caprichosos y la sonrisa hipnótica.
La conoció apenas llego a la universidad, aun antes de comenzar a buscar el eslabón familiar de la pista que le llevaría a su presa, ella concentro toda su atención.
Ni la mas hermosa, ni la mas dulce, ella le había cautivado como nunca hubiera pensado, ni la maravillosa aventura que le había llevado de proteger la vida de Meredith a ser dueño de su corazón hace algunos años y miles de kilómetros de distancia, se podía comparar a la magia que parecía emanar cuando estaba junto a ella, una muchacha que en teoría no podía competir con el glamour aristocrático de su prometida.
Por meses había vivido una vida prestada, engañándose a si mismo, sumergiéndose en un mundo de exquisita banalidad, de dulce ignorancia.
Solo ella le había importado.
Por un tiempo se olvido de si mismo y olvido la misión de justicia que lo había traído a ese rincón del mundo. Y demasiado tarde recobro la razón.
Demasiado tarde para fortificar su corazón, demasiado tarde para evitar la emoción y el sentimiento, demasiado tarde para asociar la cruel realidad.
Ella es la hija.
Con una sola pista se había lanzado a la caza de Gómez, la ultima venganza, la ultima misión antes de dejar la vida que amenaza con hacerle un asesino y refugiarse en los brazos de Meredith para siempre. Una sola pista para llegar al ultimo zar de la droga, para terminar el ultimo caso de su padre, un lugar, un rostro y un apellido, el paradero del supuesto hijo de Víctor, el pedofilo pornógrafo de García.
Víctor, el padre de ella.
Víctor, el criminal depravado, que a pesar de conocer su rostro y prontuario al detalle se había resistido a identificar al verlo por primera vez en persona en casa de ella.
Víctor el destructor de tantas vidas infantiles, que lo saludaba con cierto típico resquemor celoso de padre por su pequeña.
Por ella.
La información era incorrecta, no es un hijo la clave, es una hija, es ella.
El trata de negarlo, él trata de refugiarse lejos de la realidad, solo sus ojos importan solo el aroma de sus cabellos oscuros. Y así pasan los días entre el éxtasis de su compañía y el fantasma de su padre clamando venganza.
Y el rostro de Meredith reprochándole en sueños.
Hasta que la ilusión finalmente se rompe.
Es el ultimo día de clases, se ha rendido, no le importa lo que pase, se ira con ella de viaje. Se dice que es para seguir la pista de Gómez, se dice que es también su trabajo, pero no le importa, no le importa ni siquiera la presencia de Víctor que vendrá a despedirla, solo le importa estar con ella.
Ella se cuelga de su cuello, esta maravillosa con el delicado vestido lila insinuando sus formas, él la besa y sonríe mientras ella se aleja urgiéndolo a darse prisa. Él intercambia unas ultimas palabras y comienza a abandonar el campus siguiéndola.
Víctor esta afuera, puede verlo a cierta distancia junto a una gran limosina negra.
Gómez esta con el
Meses de espera, años de búsqueda.
El ultimo criminal tras la muerte de su padre, la pieza postrera del rompecabezas, el demonio de manos indeleblemente manchadas con la sangre de inocentes.
La decisión lo golpea, roe sus entrañas.
Ella abraza a su padre y le da un distante apretón de manos al obeso Gómez. Los dos guardaespaldas la siguen con la mirada.
El se esconde entre los autos, apenas puede escuchar la conversación mientras mira con terror como ella se sienta familiarmente en la limosina del mafioso y se sirve licor.
Ella es la hija.
Y ella lo sabe.
Sabe quien es su padre.
No es la inocente criatura que el desesperadamente quisiera creer.
Y aun cuando lo fuera eso poco importaría.
La oportunidad nunca se repetirá, Gómez sospecha que ha sido vendido y dice que nunca volverá a contactar a Víctor, la presa se escapa de sus manos, se escurre entre sus dedos, 2 criminales eludiendo la justicia y el solo piensa en como le romperá el corazón.
El hechizo se rompe.
Lentamente rodea un pequeño auto y camina hacia el centro de la calle, Gómez ocupa artificialmente toda su atención evitando ver el rostro de ella en un despliegue de fuerza de voluntad que incluso a él sorprende.
No se esfuerza en levantar la voz, sabe que poco servirá el aviso y la frase se pierde en la tarde.
“¡This is the Interpol, Hernan Gomez... you’re under arrest!”.

El cigarrillo cae, sus manos vuelan a su espalda y aferran las culatas de las armas.
Todo parece congelarse, es un momento solo un momento... una eternidad.

En cámara lenta las bocas de las berettas gemelas se levantan insolentes y comienzan a vomitar su fuego, el retroceso tensa sus músculos y las balas trazan su camino inexorable hacia los guardaespaldas.
Estos responden con solo milésimas de segundo de retraso sus armas disparan contra él mientras las balas les alcanzan.
Una de los disparos traza una ligera línea en su mejilla, pero el no lo nota.
Gómez con el terror en el rostro lentamente gira el revolver hacia ella, mientras su grito se enlentece en el fragor de la acción.
Las berettas completan el giro y las miras se alinean en Gómez, el revolver del mafioso casi está sobre ella.
El primer proyectil le alcanza en el ojo izquierdo, el segundo entra limpiamente por el derecho y el ultimo completa el triangulo en su frente, su sello conocido, no hay tiempo antes de la muerte, sin haber apretado el gatillo, Gómez se desploma a los pies de ella y su sangre mancha el vestido lila.
Víctor cae de rodillas y llora de terror, ella aun no reacciona y catatonica solo ve las pistolas que giran en sus manos y desaparecen en la espalda
Él se deja caer contra el pequeño automóvil mientras una avalancha de policías parece materializarse en el lugar, varios esposan rudamente a ella y su padre. Incluso un par intentan apuntarle a la orden de un joven teniente.
Un delgado europeo enfundado en su gastado sobretodo hace su aparición enarbolando una placa, de alguna forma el francés se las ha arreglado para seguirle la pista.
- Teniente... agente Paul Montaigne... INTERPOL... este hombre es de los nuestros, no debe ser tocado -.
Montaigne calma a la policía local casi sin ayuda y con una sonrisa de satisfacción más que evidente le ofrece un cigarro nuevo, una inminente promoción baila en su mente aunque la simple opción de abandonar el maldito clima tropical se le imagina mucho mas liberadora.

- Otro caso resuelto... – Dice el francés - ¿Ahora que harás Arcángel? -.

El suspira una vez mas, el oscuro cabello de ella desaparece entre los policías, el canto de sirenas se acalla por fin.

- Me tomaré unas vacaciones... – No, no vuelve a poner sus ojos sobre ella, ya nunca lo volverá a hacer - Es hora de casarme Paul, Meredith me espera -.

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